La
velocidad de la luz
La velocidad del disco parece acercarse a la de la luz; infinita, lejana ,
inalcanzable. Por eso esas fotos, con nombre propio, como en la parte
blanca de una polaroid, dibujan o completan el álbum viajero de un disco
notable en todo sentido. "Hablando con el espejo",
"Alto", "Trasluz", "Dos personas", "Arcanoi",
"Uno mismo", todo parecen ir a un ritmo inimaginado, con
variantes en el tiempo, con guitarras que se multiplican en efectos, y
sutilezas galácticas, coros beatleros, una voz que destila refinamiento y
en ella se encuentran rasgos de emotividad, introspección y un grito casi
psicofóbico, más una base que domina perfectamente el control del
tiempo, de la canción, y una guitarra acústica que parece embellecer los
temas remarcando las rítmicas con acordes justos y finos. La cápsula,
nave o esfera, parece ser manejado con una perfecta comunicación coral,
donde la emotividad y melancolía llega a puntos altos en
"Formas" o en "Hibernación", para demostrar que no
todo es uno, sino que todo se ramifica, y que salen sensaciones, como
disparadas, y de esa manera es cuando se contempla, a velocidad más lento
todo el universo, las estrellas, y de paso orbitar un rato y disfrutar un
poco de toda esa delicadeza. Por lo cual después de esto, la luna y la
tierra quedan lejos, INTERAMA los pasa, y la nave para en un planeta que
no es de agua donde hay solo un jardín que florece y crece, y el mundo
vuelve a ser de colores, de sol, de luz, como cada una de las perfectas
canciones-emociones-sensaciones que arman un disco notable*.
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