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email1:
remington kid
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nombre:
laura
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email:
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YY=56596&order=down&sort=date&pos=0"
_laura#(%”°@hotmail.com_
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Remote Name: 200.41.248.121
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Remote User:
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opinión:
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me parecen muy buenos los escritos, pero hay algo en ellos que
desbordan
demasiado
las emociones de quien escribe, y sos hombre? siento una
pequeña=gran
poca autoestima con respecto al amor, creo que esa bolsa
en
la
cabeza
es lo que no te permite ver la realidad entonces sacatela y
luego
analiza
las cosas que pasan con respecto al amor sin caretas.
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Laura:
Hace
poco terminé de construir Remington
Valley y mi trencito eléctrico, el Chattanooga
Choo Choo express,
ahora se pavonea ante los pequeños molinos de viento y los picos
nevados que se elevan hacia el sur del pueblo. Me gusta escuchar su
marcha. Me gusta escribir mientras el tren avanza y da vueltas dentro de
mi habitación. Con respecto a tu mail
quiero
decirte dos palabras: Tenés razón. Ocurre que padezco cierto tipo de
“desequilibrio emocional”. Nada grave. Todas las semanas me
arrepiento de haber escrito tal o cual cosa y me digo: “hey, eso es
demasiado arbitrario... o no era para tanto... o...
¿no será hora de que pienses seriamente en dejar a tu Dr.
Ácula y buscar un especialista más razonable..? Pero luego empiezo
a escribir y me olvido y sale
todo lo que sale. Y esa fue la premisa de las “curitas” : todo
lo que siento y cómo lo siento ahora. Podría decirte que estabas advertida
(junto a la fotografía, en letra roja) pero eso sería tener una
actitud chota...
O.k
sólo
decirte algunas cosas... Sí, tengo una concepción infantil
y exagerada acerca del Amor.
¡¡¡Lo admito!!! Es
más,
tengo una actitud infantil y
exagerada hacia todo lo se mueve a mi alrededor y dentro de mí y me
merezco ir a la cama sin “dibus” y sin comer ... Pero no es por eso
que uso una bolsa de papel madera (no una “careta”) en la cabeza. La
bolsa en la cabeza es, si se me permite el término, una Declaración de
Principios: así es cómo me siento. No me refugio detrás de ella. Yo
soy ella. Mis amigos son ella.
El mundo en el que quiero vivir (su
promesa) es ella. Es un símbolo.
Una marca. Lo bello está
dentro. Esta claro que la “bolsa” remite inmediatamente a The
Ugly Ducky
(no
al libro sino al dibujito
animado
de Disney) donde el cisne
pichón se hiere y se culpa todo el tiempo por no ser igual a sus hermanos
patos; donde su “fealdad” lo lleva a huir y a encontrar consuelo en
la orilla del lago, puesto que allí se refleja (se duplica, ve a un
igual que es él y es otro) y acaba regodeándose y compartiendo con él
los sinos de su tragedia. Cito a Quevedo:
“...en el fondo del abismo /
donde me enamoraba de mí mismo...” El patito
feo posee todos los atributos de lo que podríamos llamar
“glamour” loser : es condenado por su “naturaleza” extraña
(extranjera) a un destino de soledad y autocompasión del cual no es
sencillo salir puesto que esa expulsión representa un posicionamiento
por sobre la “media” de los patitos
que siguen a Mamá-pata. Una
diferenciación alienante que se refugia en los parlamentos estoicos y
que ve en el “heroísmo” (en su postura) su razón de ser: “...De
modo que no me permitís entrar en el mundo. Bien. Me haré uno
propio...” Es infantil, claro. Pero si se lo piensa un poco todas las
actitudes del mundo adulto son infantiles: “...mami,
mami, quiero comprarme todo el kiosco...”
-dice
el
niño-niño. “....mami, mami,
quiero invadir todos los países
de medio oriente...” -dice el niño-adulto. Es un tema por demás
complejo, mi querida Laura, y agradezco tu mail. Todas las “curitas”
son tentativas de orden, búsquedas de claridad: escribir para
materializar el pensamiento. Y me pareció un buen gesto tu opinión
porque me hizo ordenar ciertos expedientes traspapelados.
Mi autoestima (subterránea y estratosférica) “coquetea”
todo el tiempo con los extremos. Pero... ¿por qué te sentís un
“patito feo”, te preguntarás. ¿Es que acaso te sentís tan hermoso
como para serlo? La respuesta es un contundente Sí.
Y estoy convencido de que vos también. Y de que todos los que visitan Pistilo
Records
lo son. Suena demagógico y supongo que en cierto punto lo es. Pero no
tengo ganas de escarbar en esa parte de mi inconsciente. La tierra
prometida de Internet
resulto ser un terreno baldío donde van a parar
los
despojos del lenguaje. El basurero de la comunicación. La hipertextualidad
nos ha hecho más perceptivos
de
lo que ocurre frente a nosotros, pero es un percepción perezosa,
superficial. Cada vez somos más “información” y menos
“contenido”. Y eso no es algo que sólo nos ocurra frente a una
computadora. De hecho, los muros contra los cuales nos topamos a diario
al intentar el acto de la comunicación son una consecuencia directa de
ello. Nos la pasamos hablando y no diciéndonos nada. Por eso quise
responderte, Laura. Vos me dijiste algo que en un principio me molesto.
Pero luego me di cuenta de que ese y no otro era el sentido de las
curitas y el objetivo de Pistilo Records: “¿Hay
alguien ahí en Mar del Plata?” Supongo que nuestro problema
(y me permito
hablar
en plural sumando a los demás
lectores) es que no encontramos espejos para reflejar nuestra Belleza.
Esa
es
la tragedia del “patito feo”. No encontrar iguales
(cisnes) donde reconocerse, donde hallar el consuelo colectivo de un
padecimiento individual.... en definitiva... donde
no sentirse un “extranjero”. Mar del Plata es un lago un
martes a las tres de la tarde y yo me asomé al lago y en el lago
apareciste vos, diciéndome que me dejara de hacer la “estrellita mía”
en cuestiones amorosas. Y está bien. Yo puedo cambiar mi postura o
persistir en ella. Eso no es lo importante. Lo importante es que vos tenés
una idea diferente de la mía y me gustaría mucho conocerla.
(info@pistilorecords.com.ar)
Son tiempos muy hostiles los que nos tocó en suerte vivir y durante la
mayor parte de él tenemos una “careta” puesta (y aquí si vale el término)
que nos mantiene a salvo . Nos escudamos debajo de un nombre y de un
apellido que figura en un pedazo de cartón verde con nuestra fotografía
y nuestra firma. Nos tranquiliza que un par de letras mezcladas y una
imagen nos individualicen y nos otorguen un más que dudoso viso de
“realidad”. ¿Cuánto de ficción
y
de realidad hay en nosotros?
¿Somos todo aquello que deseamos
o somos todo aquello que tenemos?
¿Qué habla más de nosotros?...Una fotografía nos dice que ayer la
pasamos “bien”. Dentro de 20 años esa misma fotografía nos dirá
que fuimos “felices”. Esa es nuestra inconsistencia, nuestra
relatividad, nuestra intrínseca ironía. Estoy convencido de que la
verdadera vocación del hombre es la Felicidad.
Todos
nuestros
actos tienen puesta su mira en ella. Y esa es nuestra gran trampa.
Millones y millones de personas alrededor del mundo sintiéndose
frustradas, incomprendidas, solas, viendo que todo se corrompe y se
derrumba en su interior y a la vuelta de la esquina y a la vuelta de
todas las esquinas de cada ciudad de este planeta, asistiendo al gran
“show”
multimediático
que
las potencias económicas nos brindan cada vez que “hacen” una
guerra y se reparten la
torta (nosotros somos la torta) frente a nuestras narices, sudando,
teniendo ataques de pánico y picos jamás vistos de fiebre agorafóbica,
temblando, recalentándose a la misma velocidad que la tierra,
provocándose vómitos
para meterse en un pantalón,
rezando,
pidiendo a gritos que por favor dejen de gritar, volándose la cabeza (Hunter
Thomson) en el medio de una comunicación telefónica, puteando,
balbuceando palabras de amor a las cinco de la mañana,
masturbándose frente a la TV,
abrasando a las personas como a salvavidas luego del
naufragio,
esperando y deseando con todas sus fuerzas que en este lugar donde todo
el tiempo están ocurriendo cosas alguna vez pase algo.
P.D:
Mientras le cambiaba la pila a mi Chattannoga
Choo Choo
Express
y enganchaba un nuevo vagoncito de carbón a la locomotora medité
acerca de lo que me escribiste con respecto a “analizar
las cosas que pasan con respecto al amor
sin caretas”
y creo que es un mensaje muy sensato.
Pero
hasta allí llegó mi meditación. Siguiendo la marcha de mi trencito
noté que su velocidad había disminuido notablemente con el vagón que
había enganchado y eso no me agradó mucho. De modo que con un poco de
tristeza desenganché todos los vagones de pasajeros
(donde no había pasajeros) y los de los animales
(donde no había animales) y sólo dejé el que c
ontiene
los pequeños carboncitos. Ahora mi tren vuela. Por alguna extraña
razón encuentro una correspondencia entre lo que me escribiste y la velocidad
que ganó mi trencito
con
la quita de los vagones. Gracias por escribir y por leer las “curitas”.
Hasta la semana que viene.
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